El relieve actual de la
Tierra es el resultado de un largo proceso de formación de nuevos relieves y de
transformación de éstos. En él intervienen fuerzas provenientes del interior
del planeta y también agentes externos que actúan sobre las rocas de la corteza
terrestre.
Los Procesos Endógenos:
El movimiento de las placas
terrestres que causa la deriva de los continentes también origina una serie de
procesos geológicos que van modificando su superficie. Por producirse en el
interior de la Tierra, se los denomina procesos endógenos.
Entre los procesos endógenos
se encuentran los movimientos orogénicos, responsables principalmente de la
formación de las montañas, los movimientos epirogénicos, que provocan el
ascenso y descenso de grandes bloques continentales.
Los movimientos
orogénicos: La orogénesis es el conjunto de procesos por los cuales se
forman las grandes cadenas de montañas. La causa de estos procesos son las
fuerzas que se producen en sentido contrario por el choque de dos placas de la
corteza terrestre. Dando origen, por ejemplo, a la Cordillera de los Andes en el
borde occidental de la placa Sudamericana.
Los movimientos orogénicos
suelen estar acompañados por el ascenso de material magmático del interior de
la Tierra. Estos materiales pueden salir a la superficie a través de volcanes.
Los movimientos
epirogénicos: Son movimientos lentos de ascenso y descenso de las placas
continentales.
Cuando se produce un
movimiento epirogénico descendente, el mar avanza sobre el continente,
generando una ingresión o transgresión marina; cuando ocurre lo
contrario, es decir, un movimiento epirogénico ascendente, el mar retrocede y
se produce una regresión marina.
Las ingresiones marinas
dejan sobre el continente importantes depósitos de sedimentos marinos.
Estos movimientos también
influyen en la forma de las costas.
Los Procesos Exógenos:
Llamados así porque se
originan en el exterior de la corteza terrestre, comprenden tres fenómenos
fundamentales: la erosión de las
rocas, que las va fragmentando y desmenuzando, el transporte de los
materiales desmenuzados y su acumulación en otros sitios.
Estos procesos tienden a
erosionar las partes elevadas y rellenar las deprimidas. Se deben a la acción
de diversos agentes externos, tales
como la temperatura, el viento o el agua.
La acción de la temperatura: Donde las variaciones de la temperatura
son bruscas y muy amplias, las rocas se ven sometidas a un proceso de
permanente dilatación y contracción que termina por resquebrajarlas,
fragmentarlas y desmenuzarlas.
Esto sucede, por ejemplo, en
las zonas desérticas, donde a las altas temperaturas diurnas que dilatan las
rocas siguen temperaturas muy bajas
durante la noche, que las contraen.
La disminución de la
temperatura también puede provocar el congelamiento del agua que se encuentra
en los grietas de las rocas.
La erosión provocada por los
cambios de temperatura se llama erosión
mecánica.
La acción del
viento: La acción erosiva del viento, denominada erosión eólica, es muy importantes en
las zonas áridas donde la superficie terrestre no está protegida por
vegetación. El viento levanta y arrastra las partículas sueltas, golpea con
ellas otras rocas y las va desgastando, dándoles las formas más variadas.
Según sea el tamaño de las
partículas y la fuerza del viento, éste las transporta a distancias variables.
Así, las partículas más finas pueden alcanzar grandes distancias; se depositan
en montículos o colinas llamadas dunas, que también se desplazan
permanentemente por la acción del viento.
La acción del agua de lluvia: El agua de lluvia al caer sobre superficies desprotegidas puede erosionarlas, arrastrando las partículas más finas pendiente abajo. Los materiales arrastrados se depositan en las zonas deprimidas o en los ríos. La erosión provocada por las lluvias es denominada erosión pluvial.
La acción del agua de lluvia: El agua de lluvia al caer sobre superficies desprotegidas puede erosionarlas, arrastrando las partículas más finas pendiente abajo. Los materiales arrastrados se depositan en las zonas deprimidas o en los ríos. La erosión provocada por las lluvias es denominada erosión pluvial.
Si las lluvias son muy
fuertes y el suelo se encuentra desprotegido (por ejemplo, sin vegetación), el
agua puede formar hoyos profundos que llegan a inutilizar al suelo. Esto
ocurre, por ejemplo, en la provincia de Misiones, debido a la deforestación.
La acción del agua
de los ríos: La erosión fluvial
es provocada por la fuerza del agua de los ríos que fluyen pendiente abajo.
Cuando mayor es la pendiente del terreno, más fuerza y velocidad tiene el agua
y mayor es su poder erosivo.
Donde la pendiente del
terreno es pronunciada, el río arrastra materiales de gran tamaño; con ellos
golpea y rompe otras ocas que también son arrastradas pendiente abajo. Cuando
la pendiente disminuye, el agua pierde su poder de arrastre y va depositando
los materiales, primeros los más grandes y luego los más pequeños. La acumulación
de estos materiales da origen a llanuras aluviales. Al desembocar en el mar o
en otro río, el depósito de estos materiales puede formar deltas.
La acción del hielo: El hielo es un
poderoso agente erosivo, especialmente cuando se mantiene durante todo el año.
Las lenguas de hielo que van descendiendo desde las altas cumbres montañosas se
denominan glaciares. A medida que
descienden, los glaciares van erosionando y hundiendo la superficie por la que
se desplazan y arrancando materiales que se depositan en sus bordes. Cuando se
deshielan, suelen dejar depósitos de materiales en su frente.
La erosión glaciaria modela los típicos valles en formas de “U” por
donde se fue desplazando el glaciar.
La acción del agua
del mar: Con su movimiento incesante, el agua de mar es un importante
agente modificador del relieve costero. Las rocas de la costa son golpeadas con
fuerza por el agua y van erosionándose
Fuente: Síntes de varios autores. Dinamismo terrestre